Por ejemplo, Hiparco, 200 años antes de Cristo, daba por sentado oficialmente el número de 1.022 cuando estaba generalizado el pensamiento que las estrellas alcanzaban un número limitado; seiscientos años antes de Cristo el profeta Jeremías declaró que el espacio es infinito (Jeremías 31:37) y las estrellas no se pueden contar (Jeremías 33:23), verdad que fue confirmada con la invención del telescopio.
Otras verdades científicas anticipadas a los descubrimientos del hombre, tales como las referentes al "peso del viento", o presión atmosférica (Job 28:25); la dinámica de los vientos (Eclesiastés 1:6); el ciclo del agua (evaporación, constitución de nubes, lluvia, formación de ríos y mares y de nuevo evaporación (Eclesiastés 1:7); la práctica científica de la cuarentena (Levítico 13:45-52); el reconocimiento de la sangre como líquido nutricio del cual depende la vida (Levítico 17:11); el orden en la formación de las diferentes partes del embrión (piel, músculos, huesos, nervios y finalmente la vida independiente (Job 10:10-12); la redondez de la tierra (Isaías 40:22); etc., eran totalmente ignoradas en el tiempo en que los profetas escribieron.
José Evelio García
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