jueves, 20 de diciembre de 2012

Seguir a Cristo

Decidirme en serio a imitar a Cristo, quiere decir “complicarme” la vida. 
Imitar a Cristo no puede compaginarse con una vida cómoda y aburguesada. Y además, si de verdad quiero ser coherente con la doctrina de Cristo en todo momento, me voy a encontrar con personas, tal vez mis amigos e incluso en mi familia que me van a rechazar.

Sí, ser otro Cristo no es fácil, ni cómodo, ni se obtiene con ello el aplauso de todos. Pero, ¿a quién quieres agradar: a Dios o a ti mismo; a Dios o a la gente? Si te decides a seguir a Cristo, serás verdaderamente feliz y gozarás de la alegría que da Dios y que nada ni nadie puede quitar. Porque solamente Cristo puede llenar, hasta el fondo, el espacio del corazón humano. Sólo Él da el valor y la alegría de vivir, y esto a pesar de los límites u obstáculos externos.

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