miércoles, 19 de diciembre de 2012

La Última Cena


Estamos en la Última Cena del Señor con sus discípulos. Dentro de unas horas va a entregar su vida en la Cruz. 
Habla con ellos -y con nosotros-, y en su gesto se refleja el amor inmenso que nos tiene. Fíjate bien en sus palabras.
No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas, si no, os lo hubiera dicho, porque voy a prepararos un lugar; y cuando haya marchado y os haya preparado un lugar, de nuevo vendré y os llevaré junto a mí para que, donde yo estoy, estéis también vosotros; a donde yo voy, sabéis el camino 
Éste es el gran deseo de Jesús: tenernos junto a Él en el Cielo, en la casa del Padre, donde seremos felices eternamente. Para eso ha venido a esta tierra y ha muerto y resucitado: para hacernos hijos de Dios y herederos de su Gloria. Esa es la meta de nuestro camino, el objetivo que Dios nos propone, la cima que hemos de alcanzar con su ayuda: la vida eterna. Es bueno que pensemos en el Cielo, y que nos llenemos de ilusión, de alegría y de esperanza al saber que nos espera el cariño infinito, el amor inmenso de un Dios que nos quiere con locura, y que vendrá un día a buscarnos para que, donde Él está, estemos también nosotros para siempre.

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